martes, 21 de abril de 2015
Grecia antigua
Edad oscura[editar]
Artículo principal: Edad Oscura
“De la época de las tinieblas a las polis” Esta época corresponde al surgimiento de Grecia como civilización entre el siglo XI y el IX a. C. En el curso del siglo X a. C. se produjo un proceso de urbanización en el cual se agruparon varias aldeas hasta llegar a formar ciudades como Esparta y Atenas. La organización interna socio-política de estas primitivas polis estaba dominada por las tribus o ethnos, junto a los hogares clanes (genos) y fraternidades (fratrías). Estas ciudades-estado eran gobernadas por reyes que ejercían la autoridad religiosa, militar y política, excepto en Esparta donde la autoridad de los reyes empezó a ser reemplazada por una autoridad aristocrática formada por terratenientes que podían criar, mantener y montar sus caballos. Otros dos factores que formaron un papel fundamental en la formación de la civilización griega fueron la institución de unos juegos panhelénicos como los Juegos Olímpicos de los que tenemos noticia "oficial" desde el año 776 a. C. y que subrayan los rasgos comunes de los griegos, y las dos epopeyas de Homero, Ilíada y Odisea, probablemente compuestas en el siglo VIII a. C.
El siglo VIII a. C. fue un periodo revolucionario para la formación de la civilización griega ya que se utiliza el alfabeto fenicio para adaptarlo a la lengua griega, se mejoran también la metalurgia del hierro y las técnicas agrícolas. Esto produjo como resultado el aumento de la población, lo cual desembocó en la necesidad de emigrar y fundar colonias. Estas colonias enviaban metales y alimentos a sus metrópolis e importaban a cambio productos ya terminados. Esta prosperidad comercial, entre otros factores, condujo a la rápida fundación de las ciudades estado-griegas en la costa del Egeo y sus islas (a finales de ese siglo ya había más de 700 ciudades- estado). Esta riqueza avivó cada vez más las ansias de independencia política de las colonias respecto a sus metrópolis, no siempre por la vía pacífica, lo que originó la creación de ejércitos y técnicas militares perfeccionadas como la infantería pesada: (los hoplitas) que reemplazaron a los anteriores ejércitos de caballería. De modo general puede decirse que entre los siglos VIII y VI a. C., las polis griegas experimentaron una transición de un sistema de gobierno monárquico a uno aristocrático.
En el curso de las crisis sociales de los siglos VII y VI a. C. pasaron por una serie de gobiernos dictatoriales (los tiranos) hasta llegar finalmente a unos gobiernos democráticos. Esparta siguió un curso distinto porque conservó su doble monarquía (diarquía), y después de las Guerras Médicas desarrolló una organización militar que llegó a caracterizarla en lo sucesivo.
Guerras Médicas[editar]
Artículo principal: Guerras Médicas
Entre los años 499 y 478 a. C., Grecia se enfrentó a un gran enemigo: los persas. Durante mucho tiempo Persia fue una amenaza principalmente en los territorios del Asia Menor. Estas guerras transcurrieron bajo dos reinados persas, el de Darío I y el de Jerjes (hijo de éste) y se dieron en dos partes, obteniendo la victoria las ciudades (polis) griegas, gracias en parte a sus desarrollados navíos:
La Primera Guerra Médica, en la que tuvo lugar la batalla de Maratón en el 490 a. C.
La Segunda Guerra Médica, en la que acontecieron la batalla de las Termópilas, la de Salamina y la de Micala.
La Confederación Ateniense y el Siglo de Pericles[editar]
Artículo principal: Siglo de Pericles
Para proseguir la lucha marítima contra el Imperio persa, Atenas organizó la Confederación Ateniense o Liga de Delos (477 a. C.), y a partir de entonces dominó el comercio marítimo del mundo colonial griego. Atenas se convirtió además en un centro político e intelectual, cuyo período de mayor esplendor correspondió al gobierno de Pericles, fundamentalmente desde 462 a. C. hasta 429 a. C., en el que su influencia política se dejó sentir con intensidad. En política interior, Pericles modificó las leyes, dándoles un sentido más democrático, estableció la retribución de los cargos públicos y reconstruyó la ciudad, muy dañada a consecuencia de las Guerras Médicas. Las reformas constitucionales que emprendió fueron consecuencia de la transformación de la estructura social: los nobles, cuya influencia política descansaba sobre la propiedad territorial, pasaron a un segundo plano, mientras que la clase media, constituida por marinos, comerciantes y artesanos, se convirtió en una clase privilegiada, que obtuvo la dirección política de la ciudad. [cita requerida]
En la esfera de relaciones internacionales, Pericles se encontró ante dos problemas: el de acabar definitivamente el conflicto con Persia, que persistía en sus ataques a las colonias griegas de Asia Menor, y el de convivir con Esparta. En cuanto al primero de ellos, Pericles logró establecer con los persas un armisticio beneficioso (Paz de Calias en 449 a. C.). Respecto al segundo problema, en el 446 a. C. concertó una paz de treinta años con Esparta, por lo que esta ciudad reconocía la Liga de Delos; en compensación, Atenas renunciaba a la hegemonía terrestre, evacuando sus posiciones en el Peloponeso y en el Istmo.[cita requerida]
Guerra del Peloponeso[editar]
Artículo principal: Guerra del Peloponeso
La guerra del Peloponeso (431–404 a. C.) fue un conflicto militar de la Antigua Grecia que enfrentó a la Liga de Delos (conducida por Atenas) con la Liga del Peloponeso (conducida por Esparta).
Tradicionalmente, los historiadores han dividido la guerra en tres fases. Durante la primera, llamada la Guerra arquidámica, Esparta lanzó repetidas invasiones sobre el Ática, mientras que Atenas aprovechaba su supremacía naval para atacar las costas del Peloponeso y trataba de sofocar cualquier signo de malestar dentro de su Imperio. Este período de la guerra concluyó en 421 a. C., con la firma de la Paz de Nicias. Sin embargo, al poco tiempo el tratado fue socavado por nuevos combates en el Peloponeso lo que llevó a la segunda fase. En 415 a. C., Atenas envió una inmensa fuerza expedicionaria para atacar Siracusa, en Sicilia. La expedición ateniense, que se prolongó del 415 al 413 a. C., terminó en desastre, con la destrucción de gran parte del ejército y la reducción a la esclavitud de miles de soldados atenienses y aliados.
Esto precipitó la fase final de la guerra, que suele ser llamada la Guerra de Decelia. En esta etapa, Esparta, con la nueva ayuda de Persia y los sátrapas (gobernadores regionales) de Asia Menor, apoyó rebeliones en estados bajo el dominio de Atenas en el Mar Egeo y en Jonia, con lo cual debilitó a la Liga de Delos y, eventualmente, privó a Atenas de su supremacía marítima. La destrucción de la flota ateniense en Egospótamos puso fin a la guerra y Atenas se rindió al año siguiente.
La guerra del Peloponeso cambió el mapa de la Antigua Grecia. A nivel internacional, Atenas, la principal ciudad antes de la guerra, fue reducida prácticamente a un estado de sometimiento, mientras Esparta se establecía como el mayor poder de Grecia. El costo económico de la guerra se sintió en toda Grecia; un estado de pobreza se extendió por el Peloponeso, mientras que Atenas se encontró a sí misma completamente devastada y jamás pudo recuperar su antigua prosperidad.[2] [3] La guerra también acarreó cambios más sutiles dentro de la sociedad griega; el conflicto entre la democracia ateniense y la oligarquía espartana, cada una de las cuales apoyaba a facciones políticas amigas dentro de otros estados, transformó a las guerras civiles en algo común en el mundo griego.
Las guerras griegas, mientras tanto, que originariamente eran una forma de conflicto limitado y formal, se convirtieron en luchas sin cuartel entre ciudades estado que incluían atrocidades a gran escala. La guerra del Peloponeso, que destrozó tabúes religiosos y culturales, devastó extensos territorios y destruyó a ciudades enteras, marcó el dramático final del dorado siglo V a. C. de Grecia.[4]
El siglo prealejandrino[editar]
Las ciudades griegas sometidas antes a Atenas vieron que la tiranía impuesta ahora por Esparta resultaba más dura. Por ello, en 403 a. C. estalló un alzamiento general, que derrocó el régimen de los Treinta Tiranos y restableció la democracia en Atenas. El movimiento antiespartano era capitaneado por Tebas, que contaba con el apoyo de Atenas, Argos y Corinto (Guerra de Corinto, 394 a. C. a 387 a. C.). Pese a que los aliados fueron derrotados en la batalla terrestre de Coronea (394 a. C.), la decisión estratégica de la lucha se solventó en el mar, donde aquéllos destruyeron la flota espartana en Cnido (394 a. C.). Esparta, que veía peligrar su hegemonía, pidió ayuda a los persas, y la intervención de éstos obligó a los aliados a aceptar la Paz de Antálcidas (386 a. C.). A consecuencia de esta paz, Persia se anexó las colonias griegas de Asia Menor y cerró a Atenas toda posibilidad de rehacer su antiguo Imperio marítimo, mientras que reconocía a Esparta su papel de rectora de la Liga del Peloponeso. De hecho, este tratado impuesto atestiguaba la debilidad política del mundo griego, que se sometía a las directrices persas.
Más tarde Esparta pretendió imponer gobiernos oligárquicos en diversos estados, lo que provocó un nuevo levantamiento de Tebas, que esta vez fue coronado con el éxito. Persia, a causa de sus problemas interiores, no pudo acudir en auxilio de los espartanos, los cuales fueron derrotados en Leuctra y, definitivamente, en Mantinea (362 a. C.).
Dominación macedónica y Helenismo[editar]
La restaurada Stoa de Átalo (Atenas).
Artículo principal: Período helenístico
Se denomina período helenístico (también llamado alejandrino) a una etapa histórica de la Antigüedad, cuyos límites cronológicos vienen marcados por dos importantes acontecimientos políticos: la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) y el suicidio de la última soberana helenística, Cleopatra VII de Egipto, y su amante Marco Antonio, tras su derrota en la batalla de Accio (30 a. C.). Es la herencia de la cultura helénica de la Grecia clásica que recibe el mundo griego a través de la hegemonía y supremacía de Macedonia, primero con la persona de Alejandro Magno, y después de su muerte con los diádocos (διάδοχοι) o sucesores, los reyes de las tres grandes dinastías: Ptolemaica, Seléucida y Antigónida. Estos soberanos supieron conservar y alentar el espíritu griego tanto en las artes como en las ciencias. Entre la gente culta y de la aristocracia «lo griego» era lo importante y en este concepto educaban a sus hijos. El resto de la población de estos reinos tan dispares (Egipto, Siria, Macedonia) no participaba del helenismo y continuaba con sus costumbres, su lengua y sus religiones. Las ciudades-estado griegas (Atenas, Esparta, Tebas…) habían llegado al declive y habían sido sustituidas en importancia por las ciudades modernas de Alejandría, Pérgamo y Antioquía, cuyo urbanismo y construcción no tenían nada que ver con las anteriores. En todas ellas se hablaba la lengua griega, llamada koinè (κoινης), que es un adverbio griego que significa «común», «comúnmente». Vale decir, la lengua común o panhelénica, principal vehículo de cultura.
Suele ser considerado como un período de transición entre el declive de la época clásica griega y el ascenso del poder romano. Sin embargo, el esplendor de ciudades como Alejandría, Antioquía o Pérgamo, la importancia de los cambios económicos, el mestizaje cultural, y el papel dominante del idioma griego y su difusión, son factores que modificaron profundamente el Oriente Medio antiguo en esta etapa. Esta herencia cultural será asimilada por el mundo romano, surgiendo así con la fusión de estas dos culturas lo que se conoce como cultura clásica, fundamento de la civilización occidental.
El término helenístico fue utilizado por primera vez por el historiador alemán Johann Gustav Droysen en Geschichte des Hellenismus (1836 y 1843), a partir de un criterio lingüístico y cultural, es decir, la difusión de la cultura propia de las regiones en las que se hablaba el griego (ἑλληνίζειν – hellênizein), o directamente relacionadas con la Hélade, a través del propio idioma, un fenómeno alentado por las clases gobernantes de origen heleno de aquellos territorios que nunca tuvieron relación directa con Grecia, como pudo ser el caso de Egipto, Bactriana o los territorios del Imperio seléucida. Este proceso de helenización de los pueblos orientales, y la fusión o asimilación de rasgos culturales orientales y griegos, tuvo continuidad, como se ha mencionado, bajo el Imperio romano.
Los trabajos arqueológicos e históricos recientes conducen a la revalorización de este período y, en particular, a dos aspectos característicos de la época: la importancia de los grandes reinos dirigidos por las dinastías de origen griego o macedónico (Lágidas, Seléucidas, Antigónidas, Atálidas, etc.), unida al cometido determinante de decenas de ciudades cuya importancia fue mayor de la idea comúnmente aceptada durante mucho tiempo.
Macedonia[editar]
La segunda parte del siglo IV a. C. supone la preponderancia del Reino de Macedonia en Grecia. Su rey, Filipo II, sentía gran admiración por la cultura griega, por lo que decidió unificar a las polis griegas y terminar con las luchas internas. Filipo se caracterizó por establecer relaciones amistosas con Atenas. Pero Demóstenes, un famoso orador y político ateniense, no simpatizaba con las ideas de Filipo, por lo que formó una alianza con Tebas para derrotarle. Atenas y Tebas, por tanto, se enfrentaron a Macedonia en la Batalla de Queronea, que terminó con la derrota de la liga tebano-ateniense. Filipo se convenció de que la única manera de tener controlada a Atenas era usando la diplomacia, por lo que envió a su hijo Alejandro a acordar un tratado de paz. En el año 338 a. C., Filipo convocó un congreso en Corinto, al cual fueron todos las ciudades-estado griegas, a excepción de Esparta. Allí se creó la Liga Helénica (también conocida como "Liga de Corinto"). Hubo un segundo congreso al año siguiente, en el cual se declaró la guerra a Persia. Antes de poder llevar a cabo la expedición, Filipo fue asesinado en el año 336 a. C. Al morir Filipo, subió al trono de Macedonia su hijo, Alejandro III, el futuro Alejandro Magno.
Alejandro Magno[editar]
Artículo principal: Alejandro Magno
Alejandro Magno (Alejandro III de Macedonia) fue el rey de Macedonia desde 336 a. C. hasta su muerte y está considerado como uno de los líderes militares más importantes de la Historia, por su conquista del Imperio aqueménida.
Tras consolidar la unificación de varias ciudades-estado de la antigua Grecia que estuvieron bajo el dominio de su padre, Filipo II de Macedonia, sofocando la rebelión de los griegos del sur tras la muerte de éste, Alejandro conquistó el Imperio persa, incluyendo Anatolia, Siria, Fenicia, Judea, Gaza, Egipto, Bactriana y Mesopotamia, expandiendo las fronteras de Macedonia hasta la región del Punjab.
A su muerte el reino sufrió grandes divisiones a causa de disputas entre los generales más cercanos a Alejandro. Muchos trataron de mantener el imperio unido bajo su mando, lo que generó una sucesión de batallas y campañas que derivaron en la división en varios reinos independientes que fundaron sus dinastías.
El fin de la era helenística[editar]
El helenismo se extendió desde la fundación de los reinos de los diádocos a finales del siglo IV a. C. hasta su decadencia a finales del siglo I a. C. Dicha decadencia puede explicarse por cinco hechos principales:
El prolongado y suicida conflicto entre los lagitas y seléucidas que debilitó los recursos de ambos.
El enfrentamiento prolongado entre los antigónidas y las ciudades-estado griegas que desgastaron a ambos.
La fragmentación del Imperio seléucida, que generó otros dos grandes reinos independientes y rivales: el de Pérgamo y el de la Bactria. Dicha fragmentación acabó por debilitar a los seléucidas
El resurgimiento de las fuerzas persas, que mantuvieron una lucha contra los seléucidas, y también la lucha con Roma, que agotó sus recursos hasta su decadencia final
La falta de un mínimo de sentido de cohesión frente a los romanos. Algunos de sus estados se pusieron de parte de Roma en vez de llegar a un acuerdo entre ellas mismas, lo que inclinó la balanza a favor de Roma. En el 148 a. C. Macedonia y Grecia finalmente pasan a ser parte del Imperio romano y esto demarca el fin de la época griega.
Dominación romana[editar]
Artículo principal: Grecia Romana
Desde mediados del siglo II a. C. Grecia se convirtió, de hecho, en un protectorado romano, y la mayoría de las ciudades griegas pagaron tributo a Roma. En 88 a. C., con el apoyo de Mitrídates, rey del Ponto, los griegos se sublevaron contra Roma, pero el levantamiento fracasó. Durante la época de las guerras civiles Grecia fue escenario de las luchas entre las distintas facciones romanas que querían hacerse con el poder. En la época Imperial se mantuvo la influencia cultural griega, pero los núcleos de expansión económica de Oriente se polarizaron en las provincias romanas de Asia. Éste período de relativa prosperidad fue interrumpido en el siglo III por las invasiones de los bárbaros. Paralelamente, la sociedad griega evolucionó hacia formas sociales y económicas de tipo feudal.
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