martes, 21 de abril de 2015

Grecia moderna


Dominio otomano[editar]
Artículo principal:
Grecia Otomana

Los turcos otomanos controlaron la Grecia peninsular desde el siglo XV, aunque algunas islas permanecieron bajo la soberanía de Venecia hasta el siglo XVIII. Durante la dominación turca, los griegos pudieron conservar sus características nacionales y practicar su religión mediante el pago de un impuesto especial. Los turcos confiscaron algunas tierras para repartirlas entre sus funcionarios civiles y religiosos. En otros casos respetaron las posesiones de los antiguos propietarios. En las costas, los griegos se especializaron en el comercio, y en Estambul se formó una potente burguesía comercial que influyó en el Gobierno otomano, llamados los fenariotas (ya que provenían de un barrio de Estambul denominado Fener).

Durante los
siglos XVI, XVII y XVIII se sucedieron las insurrecciones de los helenos, que se multiplicaron en los períodos en que Turquía se enfrentaba con alguna potencia europea. En el siglo XVIII la decadencia del Imperio otomano favoreció la formación de grupos de bandoleros y piratas, que se convirtieron en los primeros núcleos del levantamiento nacional. A finales de ese siglo, algunos griegos emigrados organizaron sociedades patrióticas para preparar el alzamiento. Estos emigrados propagaron con éxito en Europa los ideales del nacionalismo griego.
Véase también:
Fanariotas
Independencia[editar]
Crecimiento de Grecia desde la independencia hasta el final de la Guerra Greco-turca (1922).
La Batalla de Navarino, en octubre de 1827, marcó el fin efectivo de la ocupación otomana en Grecia.

Iniciada la revuelta en
1820, la sublevación se extendió rápidamente, y en 1822 la Asamblea de Epidauro proclamó la independencia. Divididos por luchas internas, los sublevados no pudieron evitar que los turcos, con el apoyo de Egipto, reconquistaran el país en dos años (1826-27); pero las simpatías despertadas en toda Europa por el movimiento nacionalista griego se plasmaron en el Tratado de Londres (1827), en el que Francia, Inglaterra y Rusia proclamaron la autonomía de Grecia bajo la soberanía turca. La destrucción de la flota turco-egipcia en Navarino (1827) obligó al sultán a firmar el Tratado de Adrianópolis (1829), en el que se reconocía lo ya establecido en el de Londres. En esta misma ciudad se firmó en 1830 el protocolo que dio la total independencia, aunque se perdió una parte de la Tesalia.

Después del asesinato de
Ioannis Kapodistrias (1831), las potencias europeas designaron en 1832 rey de Grecia a Otón Wittelsbach, hijo de Luis I de Baviera. Otón gobernó dictatorialmente, gracias al apoyo de Rusia. Un golpe de Estado en 1843, le obligó a conceder algunas libertades formales, encargándose a una asamblea constituyente la elaboración de un proyecto de Constitución, que se promulgó en 1844 y que instauró el sufragio universal, de esta manera Grecia se convirtió oficialmente en una democracia parlamentaria de carácter liberal.

Depuesto en
1862, Inglaterra logró que la Asamblea griega nombrara rey a Jorge I, hijo del monarca de Dinamarca y cuñado del príncipe de Gales. En 1864 una nueva Constitución redujo los poderes monárquicos.

El problema de las reivindicaciones territoriales, particularmente el de Creta, fue dominante durante todo su reinado. Después de varias sublevaciones en la isla, el Gobierno griego decidió invadirla, pero la intervención europea dio lugar al
Tratado de Constantinopla (1897), en el que se concedió la autonomía a Creta y se encargó de su gobierno al príncipe Jorge de Grecia. El periodo de finales del siglo XIX se caracterizó por una pésima situación económica que llevó en 1893 a declarar la insolvencia del Estado y la creación de una comisión financiera Internacional encargada de supervisar el pago de los plazos marcados de los cuantiosos préstamos extranjeros y que también empujó a una fuerte emigración fundamentalmente hacia Estados Unidos, América del Sur, se calcula que unos 350.000 habitantes emigraron entre 1890 y 1914, la gran mayoría judíos o descendientes de ellos, lo que representaría una sexta parte de la población del país. Los flujos de remesas enviados por estos emigrantes desde el exterior se convirtieron en un elemento clave en el equilibrio de la balanza de pagos.[5]

1 comentario: